El casamiento de Marcos y Marcela en La Laguna, Córdoba

Mientras la gente ingresaba al salón, nos sacamos unas fotos muy lindas. La entrada al salón fue encantadora, la decoración nos gustó muchísimo. En una carpa en el patio, nos casamos por civil y comimos la recepción ahí misma.

Más tarde la gente fue entrando al salón, y nosotros nos aparecimos, una vez todos los invitados ubicados, por el escenario con la canción Me cambiaste la vida. Bailamos el vals y a continuación cenamos (cenaron mejor dicho, porque con Marcos estábamos tan al pendiente de lo que sucedía que no comimos casi nada).

Nos sacamos fotos con todos nuestros invitados en un living armado en el escenario; la idea al principio no nos convencía, toda la gente pararse y subir, pensábamos que iba a ser dificultoso y llevar mucho tiempo, pero por el contrario, nuestro organizador estuvo en todo y nada de eso pasó, nos divertimos mucho.

Comenzó el baile, tiré el ramo y mientras Marcos tiraba un regalo para los hombres solteros, yo fui a prepararme para una sorpresa que nadie se imaginaba, sólo los profesionales contratados lo sabían: nos convertimos en bailarines. Bailamos un enganchado de bachata y merengue, fue una gran experiencia como pareja también, asistimos a clases particulares con una coreógrafa, con Marcos muchas veces no coordinábamos, discutimos, hasta pensamos no hacerlo, faltaban sólo dos semanas y no habíamos podido hacerlo bien, pero seguimos y finalmente obtuvimos resultados mejores de los que esperábamos con muchos halagos y felicitaciones de nuestros invitados.

Seguimos bailando, disfrutando, disfrutando las cosas dulces y la barra, sacándonos fotos y cuando menos nos dimos cuenta, eso que tanto habíamos anhelado y con tanto tiempo preparamos, ya había terminado. Eran las 7 hs del lunes nos retirábamos del salón viendo en el retén de nuestras pupilas todo pasarse tan rápido pero con la satisfacción en nuestro corazón de que todo había sido mejor de lo que imaginábamos y que, nada más y nada menos, lo más importante, unimos nuestras vidas ante Dios y ante la Ley, ya éramos cónyugues.