El casamiento de Juan y Valeria en General Deheza, Córdoba

La crónica de nuestro casamiento

No importa cuánto lo imaginé, cuánto lo soñé. Ese día fue a cada minuto inesperado, mágico, emocionante y más de lo que podríamos haber soñado. Compartir la previa con mis testigos, y mi hija. Ellas fueron las encargadas de las primeras emociones. Mi hermana y mi prima me entregaron algo nuevo, algo prestado, algo azul y algo viejo. Lo viejo fue el regalo más increíble que pude recibir ese día: la alianza de mi mamá, a quien perdí hace 15 años y extraño cada día de mi vida.

Mi marido pasó con amigo en el mismo hotel la previa y junto a nuestro hijo. Llegó el momento de salir de la habitación, y encontrarme a mi papá esperando fue un momento imposible de contener lágrimas... Camino al civil pensaba en lo mucho que deseaba que mi mamá esté conmigo, y que mi hermano, que vive en Italia, pudiera aparecer de sorpresa en el casamiento.

Llegamos al civil y desde el auto pude ver a mi hijo que me esperaba, y ahí no pude contener mis lágrimas... Con la música de “Hallelujah” caminamos con mi papá hasta donde Lautaro me esperó tratando de no llorar demasiado. Caminamos acompañados de Clara, mi niña, que esa noche era una princesa, hasta donde Juan nos esperaba.