El casamiento de Joaquín y Melisa en Mercedes, Buenos Aires
Rústicos Verano Blanco 1 profesionales
J&M
10 Feb, 2018La crónica de nuestro casamiento
Con mi marido quisimos organizar algo muy descontracturado y divertido; por lo que el lugar que elegimos fue una quinta donde se realizan varias actividades, que además cuenta con casi 60 lugares para quedarse a dormir.
Si bien vivimos mucho tiempo en CABA, nos instalamos el año pasado en Río Negro, por lo que en preparación para el gran día volvimos a Buenos Aires el miércoles anterior. Entre visitas a la tintorería, ir a buscar algunos víveres esenciales (por ejemplo: la pizza de Güerrín para el fin de fiesta), y demás, se pasaron rapidísimo esos dos días... y ya el viernes por la tarde estábamos instalados en la quinta de Mercedes. Estuvimos muy relajados, esperando a mis suegros que venían de Río Negro y a algunos amigos que ya se quedaban a dormir. Hizo calor y había pileta, estábamos en el medio del campo. Puedo decir que fue un momento muy necesario de tranquilidad. La gente del lugar iba de acá para allá ultimando detalles, nos ayudaron muchísimo, ya que también se encargaron del catering. Nada mejor que ir probando los rellenos de los sandwichitos del día siguiente y los postres.
Seguir leyendo »Ya desde el sábado a la mañana comenzó el trajín de verdad. Llegó la carpa que íbamos a instalar en el terreno, la maquilladora y peinadora para prepararme a mí al mediodía, y de a poco empezaron a caer mis papás. mis mejores amigas, el fotógrafo... y así sin casi darnos cuenta se hizo la hora del comienzo del evento - a las 5 de la tarde - y ya estábamos cambiados para salir a saludar a la gente en la merienda de recepción. Porque esa es otra cosa: no nos queríamos perder nada de esa comida del principio, que siempre es tan rica. Así que, sin supersticiones en relación al "ver a la novia antes", fuimos juntos al encuentro de nuestros seres queridos.
Luego de un rato de charlas y risas, jugos y scones... ya fueron a ubicarse todos a la parte donde se realizaría la ceremonia. No nos casamos bajo ninguna religión, así que fue un amigo nuestro el encargado de conducir la ceremonia.
Un personaje muy querido por nosotros, verborrágico y con acento tano, así que fue perfecto. Llamamos a algunos amigos para que participen también de ese momento, e incluso a nuestros padres para hacer una pequeña dramatización que a más de uno le pareció muy real. Así que objetivo cumplido: ceremonia divertida y emotiva.
La fiesta en sí largó hacia las 7:30; 8 de la noche, con una banda que tocó un poco de música tana y otro poco de música judía (en honor a ambas familias). Casi sin quererlo empezó a pasar el tiempo a toda velocidad... la picada, los lomitos y choripanes que fueron el "plato principal" (no tuvimos mesas, ni tampoco división de tandas de música/comida), el baile, la progresión de tragos (contratamos una barra libre que resultó una excelente inversión), el carnaval carioca iluminado... en medio de la noche hubo un bajón de temperatura y empezó a correr un viento que anunciaba lluvia. Dentro de todo ya teníamos todo en marcha, y una carpa que podía cobijar a todos los invitados tranquilamente, pero a veces las cosas suceden de forma inexplicable; y la lluvia se largó con todo exactamente media hora después de terminada absolutamente la fiesta.
Para ese momento quedábamos algunos desparramados terminando de comer la pizza y tomando algo más, pero la mayoría ya se había ido o a sus casas o a dormir en alguna de las habitaciones compartidas.
Salió todo tal cual lo queríamos, y mejor. No faltó ningún invitado. Fuimos haciendo un seguimiento bastante pormenorizado, y si bien hubo alguna baja de último momento, también se nos sumó gente a último momento, así que nuestro cálculo de 130 personas se mantuvo.
Fue hermoso también levantarnos al día siguiente con un solazo, y temperatura fresquita, y ver la mesa larga instalada en el parque, y nuestros amigos y familia más cercana charlando todos mezclados. Hasta hubo tiempo para un partidito de fútbol y una foto final en la pile.
De allí partimos directo al aeropuerto para irnos a la luna de miel, ya que venía corriendo la licencia de mi marido.
En resumen, más que soñado, vivido. ¡Y con ganas!
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