El casamiento de Pablo y Celia en Manuel García Fernández, Tucumán

Teníamos tanto miedo de planear todo, ilusionarnos de nuevo, que no nos animábamos ni siquiera de avisar a nuestros amigos. Un día antes fuimos temprano, 13 de enero, por fin logramos dejar todo y ya, ahí si teníamos confirmado fecha y horario. Una vez fuera del lugar tuvimos que avisar a los amigos, a la familia que ya estaba esperando el OK para empezar a preparar todo. Hasta el fotógrafo estaba esperando nuestro aviso.

La abuela habló con el cura para que la celebración por iglesia sea posible, tías empezaron a preparar comida para una mini celebración, mi hoy marido limpiando el salón de la casa para tener un lugar amplio, una vecina amiga de la familia adornó el lugar tanto que parecía un salón de fiesta, una amiga regalando el ramo. Lo único que hacia falta era un vestido, porque ya con una bebé de casi 5 meses en la panza, mi vestido no iba más.

Con ayuda de mi mamá y hermanas que colaboraron en la elección fuimos con las últimas horas que nos quedaban a encontrar un vestido nuevo, y gracias a Dios fue demasiado fácil. Estuvimos hasta altas horas ultimando todo. Dormimos tan poco, pero la ansiedad nos despertó a tiempo.

Mi hermana, que es peluquera y sabe de maquillaje, ya me estaba esperando para prepararme. Los testigos llegaron a tiempo también para prepararse y le hicieron de apoyo a Pablo que quedó solo en casa arreglándose.

Y puntuales llegamos al registro para que nos casaran a las 11 am.

Creíamos que íbamos de mil con todo, pero para no perder la costumbre nuestra suerte nos abandonó 2 horas... 2 horas que tuvimos que esperar para que la unión civil empezara; por problemas que escapaban de nosotros lo nuestro no fue para nada puntual. En nuestra imaginación el cura que iba a oficializar la celebración por iglesia ya cerraba todo cansado de esperar. Hacíamos lo imposible por estar de humor a esas alturas.

Bromeábamos todos con la situación, otra cosa no se podía hacer.

Se hicieron las 13 pm y si, al fin, ya éramos marido y mujer. Nos faltó poco para salir corriendo hacia la iglesia, había que aprovechar que la buena fortuna ya estaba de nuestro lado otra vez. Llegamos. Y la familia y los amigos que pudieron hacerse un tiempo para compartir el momento ya estaban ahí, más desesperados que nosotros por el gran momento.

Minutos después de llegar, entramos a la iglesia y otra vez, al fin, oficialmente y con la bendición de Dios ya éramos marido y mujer.

Después de todo el ir y venir terminamos en el salón de casa, todo adornado muy lindo, compartiendo un almuerzo con la familia y amigos.

Faltó gente, obviamente faltaron ya que de un día a otro pocos lograron organizarse y muchos otros debían viajar y por la situación actual no era recomendable. Pero no faltaron las risas, las videollamadas, las fotos, los buenos deseos. Pasamos por tanto, tanto, pero todo lo vivido nos dejó unas anécdotas tremendas para el futuro. Es casi de ficcion lo que nos pasó, pero nos tocó y despues de un camino que para nosotros fue largo, porque cada espera se nos hacia eterna, hoy estamos viviendo de lo más felices a la espera, nuevamente, pero esta vez de que llegue a nuestros brazos la primera (de quizas, y solo quizas) de muchos hijos de nuestra família.