El casamiento de Juan y Patricia en Caballito, Capital Federal
De noche Otoño Blanco y negro 2 profesionales
J&P
27 May, 2017La crónica de nuestro casamiento
Ese sábado empezó muy tranquilo, desayunando en el hotel que reservamos durante el fin de semana, descansamos y al mediodía nos fuimos a almorzar. El primer contratiempo surge cuando el DJ nos avisa que el video de fotos que le habíamos mandado, no lo podía abrir, por lo que a las 16 de la tarde mi marido se puso a juntar las fotos que más o menos eran las que había seleccionado (¡lo había hecho yo!). A esa hora llegan a la habitación mi mamá, mi papá, con toda la ropa, mi vestido, el de ella y los trajes de mi marido y mi papá. Yo, como buena anfitriona, ofreciéndoles algo de tomar o algunas galletitas, ¡super relajada!
Al ratito llega mi hermano con mi cuñada y sobrina; ¡y al rato la maquilladora, peinadora y las fotógrafas, ¡demasiada gente junta! Por lo que los hombres se fueron a la otra habitación que alquilamos, así no nos veíamos con mi marido y todo podía hacerse más ordenado. Primero me peinaron, después me maquillaron, mientras las fotógrafas sacaban fotos (¡obvio!), como ya estábamos saliendo tarde, cada una estaba en la suya y yo me tenía que cambiar todavía!
Seguir leyendo »La cuestión es que como cada una estaba en la suya, me fui para la habitación y me cambié solita. Cuando salgo digo “¿alguna me puede cerrar el vestido?" y ahí salió mi mamá a hacerlo. Lo más loco de todo era que estaba re tranquila, nada de nervios ni nada. Una vez que salimos, ¡el tránsito era un caos! Era el día que se inauguraba el Teatro San Martín, por lo que Av. Corrientes estaba cortada y todas las calles aledañas estaban llenas. Unas cuadras antes de llegar a la iglesia, me llama mi marido preguntando dónde estaba por que el cura se enojó porque era tarde y tuvo una discusión, cosa que me puso mal, pero pudimos llegar rápido. Una vez en la iglesia, ahí sí, se me hizo un nudo en la garganta y la emoción empezó. Se abrieron las puertas, se escucha la música y lo veo a mi marido en el altar, hermoso y emocionado; empezamos a caminar con mi papá, él quería caminar pausado y yo no, así que hasta mitad de la iglesia fuimos hablando de que caminara normal, y al mismo momento se me empezaron a caer un par de lágrimas.
Me enfoqué en mirar la cruz atrás del altar, porque si veía a alguien iba a ser mucho peor. Creo que ese fue el momento que más emoción tuve, pero nunca estuve nerviosa, al contrario con todas las ganas de que llegue ese momento. Una vez que terminó la ceremonia, empezamos a caminar por el pasillo como si se nos fuera el colectivo, caminamos súper rápido, cosa que nosotros tuvimos que esperar a que salga la gente a saludarnos. Ahí se terminaron los nervios, ya había pasado lo más difícil para mí ¡Se venía la fiesta! Antes de entrar al salón, hicimos la fiesta en el Palacio Barolo, nos sacamos fotos por todos lados, re lindas. Las fotógrafas, en el afán de captar el romanticismo, nos hicieron dar muchos besos, a lo que una de ellas nos dice "hoy se chaparon más que en toda su vida, ¡así que aprovechen!". Y una vez más se sintieron los nervios, cuando empezó a sonar la música con la que íbamos a entrar (Sugar de Maroon 5), mi corazón se me salía del pecho ¡Se abren las puertas y a festejar! De ahí hasta que terminó lo disfrutamos mucho, estuvieron todos los que quisimos que estén, familia, amigos, conocidos.
La conclusión es que fue un fin de semana hermoso, lleno de emociones y alegrías, que espero que muchos puedan experimentar.
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