El casamiento de Fede y Jenny en San Isidro, Buenos Aires

Nos casan en ceremonia breve, nosotros felices de poder pasar por ese momento, sesión de fotos familiares en la iglesia. Nos subimos al auto y nos vamos a la fiesta en Dulce María, luna llena sobre el rio, la gente se saca miles de fotos con el lugar, el río, la ciudad de lejos, se empieza a respirar el aire de fiesta. Mas de 180 invitados, bailando toda la noche al ritmo de los DJ's del lugar; la comida increíble, la organización fantástica, los tragos sublimes.

Esa es la ecuación perfecta de una fiesta perfecta. “La perfección está en los detalles”, me dijeron, cuidé todos los detalles del casamiento en general, pero, de lo que estoy más orgullosa, es de la respuesta de los invitados. Se respiraba aire de celebración no solo de nuestro matrimonio, sino de festejo de la vida en sí.

En lo único en lo que puedo decir que fui “novia ogro” fue en que pedí a mis suegros y a mi madre que ningún invitado a mi casamiento se tuviera que presentar conmigo ese día, yo tenía que conocer a todos los que habían sido invitados, sino no formarían parte de la lista. Esa es la clave para tener un casamiento donde uno puede disfrutar con todos.

Hicimos nuestra entrada al salón al ritmo de "Proud Mary", de Tina Turner, y la gente se volvió loca. La gente nunca dejó de bailar hasta las 5 de la mañana, que fue cuando nos dijeron “basta”. Los abuelos de mi marido que viajaron casi 1000 kilómetros para estar ahí, están en la foto de fin de fiesta, lo que hace que recordemos ese día como la fiesta que fue. La gente brindó, se rio se emocionó, lloró y volvió a bailar y a reír. Todo como tiene que ser.