El casamiento de Andy y Maru en Villa Nueva de Guaymallén, Mendoza

Cuando finalmente entré al patio del salón donde hicimos la ceremonia, apenas puse un pie fuera del auto, todo fue incluso mejor que como lo quisimos y soñamos. La música que elegimos sonó mágica, la maestra de ceremonias creó un ambiente maravilloso y nuestros votos fueron emotivos al punto de hacer llorar a casi todo el mundo. De pensar que ya pasaron 6 meses me invade la nostalgia y casi que quiero volver a celebrar.

Cuando pasamos a la cena y vimos que cada invitado comía contento, que la música elegida sonaba bien y que el ambiente era magnífico, quedamos muy aliviados. Definitivamente depositamos la confianza en los mejores proveedores que pudimos tener. Mi hermana ayudó con las decoraciones junto con Andy y armó la mesa dulce, además de regalarnos la torta. Mi suegra complementó la mesa con bombones y otra amiga cocinó los bombones que regalamos como souvenirs.

Tuvimos mucha ayuda de parte de nuestra gente y eso también acrecentó la magia. La música acompañó cada momento, siendo el DJ una persona super atenta a mis exigencias de “noviazilla” (armé listas de reproducción para la ceremonia, la recepción, la cena y sugerí canciones para el baile) y dándole también su toque.

Para el momento del vals decidimos bailar solos una canción y luego invitar a nuestros parientes a unirse. Luego vino el baile y muchos momentos bellos con nuestros amigos y familiares. Desde luego la llegada a casa al finalizar la fiesta fue muy emotiva habiendo vivido una de las mejores noches de nuestras vidas.